Este artículo se va a centrar en un problema muy actual, grave y acuciante: el envejecimiento de las administraciones públicas, Y TAMBIEN  EN ESTE AYUNTAMIENTO.

Las plantillas de las administraciones públicas están muy envejecidas: «la Administración cuenta con el doble de trabajadores mayores de 64 años que menores de 30»(El Boletín, 2016), seis de cada diez empleados públicos supera los 50 años y hay 600.000 empleados públicos con más de 55 años y solo el 7% tiene menos de 30 años (EPA, 2016; La Información, 2016)

No deja de ser sorprendente que un problema tan grave que afecta a todas las administraciones públicas españolas posea un déficit tan espectacular de documentos, estudios y datos más concretos elaborados por las propias instituciones públicas. La hipótesis es que es un problema evidente pero que ni preocupa, ni se analiza y, obviamente, no se toman medidas para su resolución más o menos proactiva. A este respecto nuestro ayuntamiento zaragozano tampoco tiene nada estudiado ni menos todavía, planificado.

Este envejecimiento de las administraciones públicas se explica por dos motivos:

a) España, a partir de principios de la década de los ochenta diseñó un modelo de Estado de Bienestar y un modelo de descentralización por la vía de las autonomías. Estos dos procesos incrementaron de forma extraordinaria el peso de su sector público (del 23 por ciento del PIB en 1977 hasta el 48 por ciento en 1992 –actualmente está en el 40 por ciento-, pasó de 700.000 empleados públicos en 1977 hasta los 3.100.000 actuales). En este contexto las contrataciones de los empleados públicos no se realizaron de manera incremental sino que se concentraron en unos pocos años. El ingente volumen de empleados públicos contratados en los años ochenta ahora supera la barrera de los 50 años.
b) Esta tendencia al envejecimiento no ha sido paliada durante los últimos diez años debido a la crisis económica ya que no hubo apenas tasa de reposición (convocatoria de las plazas de las y los empleados que se han ido jubilando) en las Administraciones públicas. El resultado es una plantilla muy envejecida.

El actual estado de envejecimiento de las y los empleados públicos en España es tan grave que va a generar dos tipos de problemas en el futuro más inmediato:

-La descapitalización del conocimiento en las administraciones públicas derivada de la jubilación de los empleados con experiencia y la contratación de un gran volumen de personal inexperto.
-La gran mayoría de las administraciones públicas no son conscientes de este problema que afectará en un futuro muy cercano. Apenas hay estudios sobre el envejecimiento de los empleados públicos y todavía son más excepcionales los estudios sobre la potencial pérdida de conocimiento cualificado.

 

Problemas que detectamos desde CGT

La potencial falta de eficacia y de eficiencia de las administraciones públicas debido al envejecimiento de sus plantillas. El personal con una elevada franja de edad posee mucha experiencia pero con la externalidad negativa que es más absentista por enfermedades vinculadas a su madurez y, además, por el desgaste motivacional propio de los empleados con una dilatada trayectoria profesional. A esta problemática derivada del desgaste de la salud física y psicosocial hay que añadir la obsolescencia de las personas con mayor edad en relación con la nueva organización del trabajo derivada de las tecnologías de la información y, en el futuro, también de la robótica. Las hipótesis sobre este ítem son las siguientes:
•  A medida que incrementa la edad los empleados públicos padecen más dolencias físicas que incrementa su absentismo en el trabajo.
•  A medida que incrementa la edad los empleados públicos van sufriendo un proceso de desgaste emocional de carácter personal (muertes de familiares, atención a sus progenitores ancianos, problemas de convivencia con los hijos, divorcios, etc.) y esto puede afectar a su nivel de motivación general que implique menor productividad en el trabajo.
•  A medida que incrementa la edad organizativa (tiempo trabajando en la misma institución) las y  los empleados pueden tener una tendencia hacia la desmotivación debido a una acumulación de malas experiencias, de expectativas frustradas, de cansancio por la rutina en el trabajo y por constantes cambios políticos (que generan unas reiteradas fracturas y vueltas hacia atrás) que desgastan el clima de los empleados públicos.
•  Los duraderos y profundos cambios en las tecnologías y las nuevas formas de organización del trabajo generan con el tiempo la necesidad perpetua del reciclaje de los empleados públicos. La capacidad constante de aprender forma parte de las competencias adquiridas por las últimas generaciones de profesionales. Pero puede llegar un momento en que los cambios, que son tan enormes y profundos, abrumen la capacidad de adaptación profesional de las personas con una edad avanzada. Además, cuando se acerca el momento de la jubilación (y ello puede suceder hasta quince años antes) puede existir una tendencia a la relajación y a dejarse llevar sin un renovado esfuerzo de reciclaje. Las administraciones públicas deberían prestar más atención a sus políticas formativas de reciclaje y de un apoyo psicosocial especial a los empleados más veteranos.
El déficit repentino de empleadas y empleados públicos puede concebir riesgos de un cambio de modelo no planificado, ni pensado ni deseado como, por ejemplo, la opción a privatizar la gestión de una parte importante de los servicios públicos más básicos.

Desde CGT instamos a la corporación a que se ponga las pilas, a que analice y haga un estudio de la problemática creada, antes que los acontecimientos nos devoren. CGT defiende el empleo público, creemos en la necesidad de él. Pero ¿y las y los demás?


Dejamos esa pregunta en el aire