Varias son las historias de la imposibilidad de conciliar la vida familiar y laboral que se da en el Servicio de Deportes. En este Servicio, no se trata de que sea imposible flexibilizar la jornada, sino que lo que es imposible es la posibilidad de que las jornadas de descanso que figuran en el cuadrante se cumplan. Esto hace que la vida personal se extienda sobre la mesa como si fueran las cartas que se extienden en el tapete de un centro de mayores. Otra persona trabajadora del servicio nos manifiesta “…no tengo hijos. Eso hace que al parecer, mi vida valga menos que la de mis compañeros, de modo que me veo muchas veces en la obligación de “presentarme de forma voluntaria” para cubrir los huecos de otras personas que estén de baja y que quienes tienen hijos puedan conciliar la vida familiar. Tener hijos es una decisión familiar tan válida como la de no tenerlos, pero esto no es visto así por quienes han decidido tenerlos, pues las obligaciones de atención de los hijos siempre son vistas como excusa frente a quien no las tiene. Me siento bajo presión cada vez que falta alguien en un turno de mínimos. Parece ser que estar en el sofá, pasear o ir al cine en solitario es un derecho menor …”.