Parece ser que los lobos, hartos de su disfraz inicial de bovinos, empiezan a enseñar garras.

Como suele ser habitual en las políticas de derechas, y nuestro ayuntamiento no es ajeno a ello en su actual composición, prefieren pagar deudas con los bancos antes de gastar dineros en otras cosas que en su orden de prioridades no son importantes.

Y con la excusa de que hay pocos dineros en este ayuntamiento, sin presupuestos aprobados en el 2019, observamos que prefieren emplearlo en amortizar deuda bancaria. Ya se empiezan a ver recortes en partidas, casualmente en las que afectan a la parte más débil de la sociedad zaragozana, pero también estarían incluidos en estos recortes, como  efecto colateral, algunos de los costes que suponen mejoras en nuestros acuerdos.

Que a nadie se le olvide que fue el PP y su delegado de gobierno en Aragón, el que inició el hachazo en nuestros derechos adquiridos. Pensar que ahora van a cambiar de actitud estando al mando de esta casa, es un infantilismo desquiciante.

Muchos compañeros y compañeras pensaban que este gobierno no sería tan malo como para no pensar en su plantilla e intentar en la medida de sus posibilidades, mejorar nuestras condiciones laborales. Incluso alardeaban de haberlos votado, porque era imposible que no lo hicieran mejor que la anterior corporación. Craso error. Evidentemente, lo votado da los mimbres de la actual corporación. Está claro que esos son los resultados y como tal hay que aceptarlos, pero de ahí a que fueran a mejorar el ayuntamiento, al menos en lo que a nosotras y nosotros nos afecta, es erróneo, y tiempo tendremos de comprobarlo.

De momento, y ante las puertas de algunas negociaciones, La CGT advierte que los tiempos de las movilizaciones de la plantilla no están lejos en el tiempo. Lo decimos para que empecéis a caer en la cuenta que sin lucha, pocas cosas se consiguen. Al loro, vienen malos tiempos para la lírica.