Cuando oímos que una administración (en nuestro caso el ayuntamiento)  va a sacar una oferta de empleo, todo el mundo piensa que la administración va a crear nuevo empleo, ¿verdad?

Es lo lógico, la ciudad crece, las necesidades crecen y los poderes públicos comprenden que los servicios deben prestarlos de forma directa, que es lo que se ha demostrado que da más estabilidad al trabajador o trabajadora contratada, que consigue un puesto de trabajo, que de otra forma caería en manos privadas, dando un peor servicio y unas peores condiciones laborales. Eso es en general, lo que la gente cree.

Pues esto no es así. Desde hace unos años, demasiados ya, la plantilla municipal no crece, aunque veamos que todos los años se anuncia por tierra, mar y aire, una nueva oferta de empleo.
Esta reflexión viene a cuento en estos momentos en  que CGT está negociando con la corporación la oferta de empleo del 2017.

Os lo vamos a explicar.
Hace una década, el ayuntamiento tenía un 25% aproximadamente, más de plantilla. Este es un dato objetivo. ¿Pero cómo puede ser esto si mal que bien todos los años salen ofertas de empleo vendidas a bombo y platillo?
Pues muy sencillo, lo que eufemísticamente se llama oferta de empleo, en realidad es la confirmación anual de la destrucción de empleo. Ésta destrucción va en función de lo que el gobierno central decide, unos años el 90% de las plazas, otras el 50% y solo desde este año en algún sector no se pierda ninguna, pero claro solo en policías locales, bomberos y en algún sector que el gobierno considera prioritario (recaudaciones, control, etc.)
Porque la letra pequeña es que el gobierno solo deja reponer plazas de personas jubiladas del año anterior, y no todas, solo el 10%, (a principios de esta década)el 50%…. y así el acumulo de plazas perdidas crece año tras año, desde hace diez años.
Una oferta de empleo, para que se pudiera llamar como tal, debería, por un lado cubrir todas las vacantes, y luego, por otro,  cubrir las nuevas necesidades creadas.
La administración local ha llegado a tal punto de desmantelamiento que en los últimos años, ha tenido que buscar fórmulas para poder prestar algunos servicios que iban camino de la desaparición por falta de personal. La fórmula mágica que ha encontrado, es buscar perras de otros apartados que no son el capítulo uno (de donde salen los sueldos) y destinarlas a contratar, provisionalmente, a interinas e interinos. Con esta fórmula intenta paliar el hundimiento del titanic municipal, que hace aguas por todos los lados.
Llegados a este punto, el personal interino crece, y claro, crecen sus expectativas de que alguna vez podrán consolidar ese puesto de trabajo, aunque, mientras, tenemos la espada de Damocles de que no se pueden sacar sus plazas porque no dejan cubrir todas las vacantes ni se amplía la plantilla. Ni la oferta pura y dura de oposición libre, les garantiza eso.

Y en ese dilema nos movemos. CGT celebró ayer una asamblea de afiliación para hablar de esto, y, claro, salieron muchos puntos de vista, tantos como casi personas asistentes. Pero vimos una cosa clara, lo que estamos negociando ahora no es una oferta de empleo. Es otra cosa, es un barco que navega entre dos películas “salvemos al soldado interino ryan” y  “la ciudad (y su empleo público), no es para mí”

Difícil tarea, tenemos. Y encima explica a la calle esta falacia, a ese parado o parada que lleva años sin trabajar, que lleva años estudiando, que lleva carreras a sus espaldas mientras sirve hamburguesas o reparte pizzas como falso autónomo.

CGT opta por el empleo público, queremos que se cree empleo público, no nos conformamos con que se cubran algunas vacantes producto de las jubilaciones producidas el año anterior. QUEREMOS QUE SE CUBRAN LOS PUESTOS PERDIDOS, TODOS Y QUE, ADEMÁS, SE GENERE EMPLEO NUEVO. Eso es para nosotros y nosotras crear empleo. Eso y no otra cosa es ofertar empleo.