El pasado día 25 de abril Fernando Rivarés, Consejero de Economía y Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, presentó TRANSIT PROJECT, un nuevo proyecto del Patronato Municipal de las Artes Escénicas y de la Imagen que tiene como principal objetivo la creación de una escuela-compañía de danza en el Centro de Danza bajo la dirección artística de Lola de Ávila y en el que trabajarán diversos profesionales de la danza, como Claudia Faci, hija de Lola de Ávila, o Julián Juárez y Jorge García, bailarines que se han formado en el Estudio de María de Ávila.

Resulta sorprendente la nula transparencia y el secretismo con que nace este proyecto. Ni Fernando Rivarés ni Víctor López Carbajales, Gerente del Patronato Municipal de las Artes Escénicas y de la Imagen, han aportado ninguna información real sobre el contenido del proyecto. No hay ningún dato sobre el coste económico total del mismo. Tan sólo se detalla que se trata de un programa de becas de 11 meses de duración, dirigido a 10 bailarines que disfrutarán de una subvención mensual de 400 euros, que incluirá también los gastos derivados de su alojamiento y manutención.

En esta misma línea, se desconoce cuál va a ser la relación contractual que va a regir la relación laboral del Patronato con Lola de Ávila y los profesores y coreógrafos que se harán cargo de los ensayos y clases del programa de formación del proyecto, ni el presupuesto para las dos producciones anuales que se quieren realizar.

Este proyecto no ha sido presentado a la Mesa de la Danza ni al Consejo de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, órganos creados a iniciativa del Gobierno de Zaragoza en Común para dar respuesta a una de las reivindicaciones de la comunidad artística de nuestra ciudad, que reclamaba la participación de los profesionales de la cultura en general y de las artes escénicas en particular en la toma de decisiones y posterior aprobación de los proyectos culturales financiados por el Ayuntamiento de Zaragoza. *De hecho, la creación de estos órganos de participación ciudadana se convirtió en el estandarte de la política cultural de Zaragoza en Común cuando se hizo cargo del gobierno municipal, y tanto Fernando Rivarés como Víctor López Carbajales se comprometieron a contar con los profesionales de las artes escénicas de Zaragoza en la toma de decisiones de cualquier proyecto cultural financiado por el Ayuntamiento de Zaragoza.

Resulta inadmisible y especialmente grave que un proyecto de estas características no haya sido incluido en el orden del día de ninguna de las comisiones de cultura que se han celebrado durante los últimos meses con el fin de que los grupos políticos del Ayuntamiento de Zaragoza representados en dichas comisiones pudieran conocer el proyecto *en profundidad y expresar su opinión sobra la idoneidad del mismo y sobre todo, lo que es más importante, sobre su legalidad.

Independientemente de la valía y trayectoria profesional en el campo de la enseñanza de la danza de Lola de Ávila, es inexplicable, dado el elevado coste económico del proyecto, *que no se haya convocado un concurso público para que otros profesionales de la danza de reconocido prestigio que desarrollan su labor en la ciudad de Zaragoza, como Arantxa Argüelles, Víctor Jiménez -director artístico de la Mov- o Miguel Ángel Berna, entre otros, hubieran podido presentar sus propias propuestas. En este sentido, el proyecto presenta indudables lagunas jurídicas que pueden tener consecuencias legales para el Ayuntamiento de Zaragoza, ya que se trata de 10 becas con dotación económica otorgadas por una institución pública como el Patronato Municipal de las Artes Escénicas y de la Imagen, y que no ha respetado la libre concurrencia ni su obligatoria publicidad, imprescindibles en el proceso de adjudicación de una subvención pública, ni han sido otorgadas por una comisión de valoración constituida por el Patronato a tal efecto.

Se trata de un proyecto municipal adjudicado a una persona que dispone de su propia escuela privada de danza y que, de una forma u otra gracias a su financiación pública, va a convertir este proyecto en una extensión de su propia escuela, sirviéndose para ello de un equipamiento cultural de titularidad municipal como el Centro de Danza. La prueba de ello es que los profesores que van a trabajar en el proyecto son bailarines salidos de su escuela. A pesar de las dudas legales que presenta el proyecto, el plazo de solicitudes ya se ha iniciado y presumiblemente ya ha finalizado. No existe información oficial alguna sobre el plazo para la prestación de solicitudes ni a dónde ni en qué forma se han de dirigir, y se desconoce quién va a elegir a los beneficiarios de un proyecto financiado íntegramente con dinero público, ni cuáles van a ser los criterios de valoración para elegir a los beneficiarios de las becas.

Asimismo Transit Project es un proyecto cultural municipal que tampoco ha contado con la colaboración y asesoría del Conservatorio Municipal Profesional de Danza, perteneciente al Ayuntamiento de Zaragoza, único centro de la comunidad autónoma de Aragón que ofrece estudios oficiales de danza que incluyen dos niveles (elemental y profesional) y con una larga
trayectoria en la enseñanza de la danza en nuestra ciudad. El conjunto de profesores del Conservatorio constituyen una voz autorizada en esta materia, máxime cuando el Conservatorio comparte instalaciones con el Centro de Danza y su objetivo primordial es formar a sus alumnos para que se conviertan en profesionales de la danza y encuentren un futuro profesional en una compañía de danza. Es obvio que se debería contar con el Conservatorio a la hora de valorar un proyecto de esta dimensión y resulta lamentable y preocupante que ni Fernando Rivarés ni Víctor López Carbajales lo hayan hecho.

En definitiva, es imprescindible y urgente que los representantes políticos del Ayuntamiento de Zaragoza pongan fin a esta forma arbitraria de proceder y realicen un análisis en profundidad de este proyecto, garantizando así la libre concurrencia y objetividad que deben regir toda subvención pública. De no ser así, nos encontraríamos una vez más frente a un proyecto cultural controvertido y polémico, nacido únicamente para satisfacer los intereses partidistas y privados de unos pocos pero financiado por el conjunto de la ciudadanía.