Anna Arendt, fue una filósofa alemana que posteriormente se nacionalizó estadounidense. Hoy su posicionamiento sobre una federación que incluyese a la nacionalidad palestina sería un debate interesante, pero aquí nos referimos más a aquello que ella definió como la “banalidad del mal”. Presente en el juicio a Adolf Eichmann, quedó sorprendida por ver a una persona, no a un monstruo. Se dio cuenta como una persona puede justificar para sí mismo los crímenes más atroces cometidos con algo tan simple como el cumplimiento de una orden. En ese momento, cualquier persona puede convertirse en un monstruo.

Evidentemente, este caso sólo muestra hasta qué límite puede llegar el ser humano, tal y como se demostró en el experimento de Milgram. Esto mismo nos muestra que si un ser humano es capaz de auto justificar atrocidades de este modo, no nos debe de sorprender, que hoy en día haya pocas personas que se responsabilicen de sus actos cuando estos aún son de menor trascendencia. Es más, es común en determinados partidos políticos, responsabilizar a otro de los desatinos propios haciendo uso de la mentira. Lo vemos a diario. Lo de las residencias de Madrid es quizá digno de un máster de la mentira.

El Acuerdo actual, que como CGT debemos hacer cumplir, nos ha llevado a un lugar complicado del mundo sindical. Pero esto es una deriva anteriormente comenzada, no es nuevo. Una cosa es no ser firmante de un acuerdo, como es el caso, por parecernos insuficiente y por contener medidas a nuestro juicio antisindicales y otra que no se exija el cumplimiento del mismo. Cuando no se facilita la información solicitada a esta sección sindical conforme a derecho, lo que se hace es incumplir el acuerdo por la parte firmante de la empresa, no por la parte de la representación de los trabajadores.

Es cierto que el acuerdo contiene cosas como la de remitir negociaciones relativas sobre las condiciones de trabajo a las comisiones de seguimiento del acuerdo, que lo que hacen es limitar la acción sindical. En ese caso, tan culpable es la parte de la empresa, que fue sin duda quien lo añadió al texto que ya habían aprobado los sindicatos firmantes, como ellos mismos. En este aspecto no nos extraña por parte de los mayoritarios, que ya excluyen a aquellas formaciones que tienen menos del 10% de la representación y así lo manifestaron en su día en la mesa, pero es llamativo por aquellos que pese a ser deslegitimados por sus compañeros de viaje, no tienen dudas de excluir a los demás. A partir de este punto, imagino que esta situación será culpa de quienes ni siquiera estuvieron en las renegociaciones de lo ya negociado a puerta cerrada.

La empresa, ya ha elegido a la representación sindical que le conviene, expulsando de la negociación de las condiciones de trabajo a la mayoría de la representación sindical. Los mansos han decidido ratificar la situación con su firma. Se podrán justificar aplicando eso que se conoce como la banalidad del mal.

Las condiciones del personal municipal ha entrado en la fase de mercado. Esto es decir, habrá quien salga beneficiado y habrá quien no, sin un criterio uniforme para toda la plantilla. Pero como esta es la política aplicada siempre desde la organización de esta empresa, no se notará mucho. La diferencia, es que ahora, la Oficina de Recursos Humanos puede hacer campaña electoral por unos sindicatos determinados ignorando las peticiones de información por escrito de unos y escuchando las de otros.

La culpa de esta situación, será de los que no firman, de las circunstancias, de las órdenes superiores o de cualquier otra circunstancia. Alguna otra cosa debe de probar el gobierno de la ciudad para que le salgan mejor las elecciones sindicales y desterrar a CGT que, muy a su pesar, crece día a día. Por el trato que recibimos, tampoco es tan diferente. La demanda de información y la falta de la misma, es algo que siempre denunciamos. Seguiremos haciéndolo.