Aunque parezca que ya hemos hablado de esto y realmente así es, no por redundante deja de ser importante. En este caso, hemos centrado nuestra petición en el personal que hace la apertura de los Centros Cívicos. La situación de falta de personal, comienza a pasar factura. En según que trabajos, la pérdida de la salud no se manifiesta en aparatosos accidentes con fracturas abiertas y extremidades sangrantes. El daño se encuentra dentro de un sarcófago, como las antiguas momias de Egipto. El cerebro, a salvo de golpes y contusiones, percibe sin embargo, en la oscuridad y seguridad del cráneo, situaciones de imposibilidad de llegar a todos los lugares o realizar todas las tareas, pasando una factura silenciosa en el ámbito del mundo de los daños psicosociales. La ley de prevención avisa de la necesidad de la evaluación de todos los riesgos, incluidos los psicosociales. Sabemos, por la experiencia, que estas circunstancias son derivadas de forma sistemática por la MAZ a la Seguridad Social. No solamente andamos sobrecargando al Servicio de Prevención por casos relacionados con el ámbito psicosocial, sino que nuestra mutua de accidentes de trabajo se quita estos casos de encima.

No obstante, la cosa está clara. Para las afecciones que origina la falta de personal, solo existe la solución de la dotación de personal. Como ya es clásico, también en Centros Cívicos, GALLINAS QUE ENTRAN, IGUAL A GALLINAS QUE SALEN. Y como en el servicio de deportes y otros más, aún estamos pendientes de la entrada de todas las que han salido hasta hoy…