Ya han terminado las elecciones sindicales. Agradecemos a quien ha depositado la confianza en nosotros proporcionándonos un aumento en el porcentaje de representación, aunque los votos han sido ligeramente menos, cosa inevitable en el ayuntamiento donde vivimos, que está en liquidación acelerada desde hace cuatro años, ya que el censo ha sido menor en unas doscientas personas. Esto no sería posible sin el giro emprendido por la socialdemocracia hacia el neoliberalismo.

Ayer, el flojerío sindical dio su última nota lamentable en estas elecciones pasadas. De nuevo, vuelta al fango. Todas pudimos contemplar como sin ningún tipo de sonrojo nos comentaban que en plena jornada de reflexión habían sido citados por el concejal para hablar de los servicios extraordinarios. No hacía falta ningún tipo de reunión al respecto, el pacto es claro y la demanda de CSL también. El pago que se realiza no se ajusta a lo que vale una hora y media o dos según sea el caso porque no se cumple el convenio. Punto. Que el flojerío indique en su punto cuatro, que ha dicho al concejal que se negocie con toda la representación sindical que sea elegida “hoy día 30”, atenta contra la inteligencia. Insisten en las prisas, que seguimos sin comprender. El concejal, que ha dicho que va a modificar la redacción de TODO el articulado del pacto, insiste en decir “si existe otra metodología negociadora”. Esto, nos sitúa más en el ámbito de la creatividad de discursos que caracterizan sus plenos, que en la realidad de una mesa de negociación seria. Lo del flojerío es exasperante. Una cosa es retozar en el fango y otra construir una casita de paja para todas. Ya ha desaparecido el elemento estresor de estar sumidos en una campaña electoral sumida en el engaño. Ahora, las mentiras han de ser de largo recorrido para ser creíbles.

No nos molesta la deslealtad del equipo de gobierno que admite como buenas este tipo de maniobras, y que enturbian una jornada de reflexión. Nos deja perplejos la de aquellos que en el pasado fueron un sindicato de clase. Ya no lo son. El personal municipal, legítimamente, ha respaldado este giro hacia el neoliberalismo que ya protagonizó en su día la socialdemocracia del PSOE y que se ha visualizado con la compañía de la derecha y ultraderecha que el sindicato UGT ha protagonizado, bajando al fango no sabemos ya si político o sindical. Ha abandonando de forma definitiva aquel camino que un día siguieron junto con aquellos que alguno de sus nuevos socios denominan “sindicatos de clase”.

Otra opción sindical, que comenzó su campaña antes de hora, cerró el día pidiendo abiertamente el voto en grupos de difusión creados por ellos, no sabemos si informando previamente que les iban a bombardear con este tipo de soflamas.

Es normal que el gobierno de la ciudad de Zaragoza, no se sienta cómodo con nuestra presencia. Su visión del mundo es completamente antagónica a la nuestra. Nosotras, en busca de una sociedad más libre e igualitaria. Ellos, en busca de lo contrario, puesto que aunque su proyecto incluya la prestación de servicios o asistencia social, por un lado apuestan por que los servicios sean un negocio, y por otro, se juntan con quienes insultan a los más desfavorecidos hablando de “paguitas”. Somos antagónicos. Es así. Mientras la democracia nos permita manifestarlo, lo seguiremos haciendo. Ellos, tendrán que asumir, que una parte considerable de la plantilla municipal ha decidido que continuemos manifestando su voluntad mediante la consulta permanente que supone ser asamblearios. Nosotros, asumiendo que una parte de la ciudadanía admite que los representen cada cuatro años para bien o para mal y sin más compromiso de intervenir en la construcción de la sociedad, que ése único acto de meter un papel, sin garantías, en una urna cada cuatro años. Democracia representativa. Como decimos, somos antagónicos. No puede existir nuestra visión del mundo a la vez que la suya. Así pues, seguiremos en el escenario como el yin y el yang. Las dos partes de una misma realidad.

CGT, no es más que nadie. Pero tampoco menos. A pesar de las papeletas rotas en las cabinas, de la presunta “desaparición” de propaganda electoral, de la ocultación de nuestras papeletas con las de quienes no ven el mundo como nosotros, a pesar de ello, seguimos aquí. Comenzamos una nueva singladura en el tempestuoso mar de nuestra sociedad cada vez más injusta e insolidaria. Triunfa el egoísmo y la envidia sobre la solidaridad, palabra que hoy pierde incluso su significado. Pese a todo, ahí estaremos. Ahí estaréis. Porque este camino, lo emprendemos juntas. SALUD!