El 19 de enero se presentó en Zaragoza A4, Asociación de Afectados por el Amianto en Aragón. La presentación contó con la presencia de diferentes trabajadores afectados en su entorno laboral y representantes sindicales de CGT y la intersindical, comprometidos con esta causa. En la mesa una realidad: asalariados que desconocían, aunque con frecuencia sospechaban, la gravedad de exponerse a aquel polvillo blanco que flotaba en el ambiente en su día a día.

En el ayuntamiento, decenas y decenas de compañeros y compañeras han estado en contacto directo, pero también indirectamente usuarios o viandantes estuvieron (y están) expuestos a este mineral tan nocivo pero, al mismo tiempo, tan común en nuestro entorno. El relato fue muy claro sobre cómo se manejaba hasta hace poco tiempo este producto, sin protección y desconociendo los protocolos para su manejo. A algunos les costó la vida, muchos otros se saben afectados de enfermedades tan graves como el mesotelioma maligno, provocado por el asbesto y potencialmente mortal.

 Pero peor fue comprobar, como declaró el representante del Colectivo Ronda, que hace décadas que se sabía de la nocividad y potencial mortandad provocada por el asbesto pero se ignoró intencionadamente. El amianto es un mineral muy usado hasta hace 15 años en materiales de construcción, aislamientos o dispositivos eléctricos. Se trata de un grupo de minerales que se suelen llamar asbesto o amianto. Maleable y aislante, a la vez es responsable de diferentes enfermedades, generalmente del aparato respiratorio y todas mortales en potencia.

El uso de su variedad blanca (crisotilo) está prohibido desde 2002 y sus otras variedades desde los 90 y está prevista su erradicación para 2028. Eso no quita para que esté presente en grandes cantidades en pueblos y ciudades. Masivamente en tejados en forma de la popular marca comercial uralita. También en aislamientos construidos del llamado fibrocemento en depósitos, en pluviales o en conducciones, especialmente chimeneas.

Aclarar que el simple hecho de convivir con él no tiene por qué ser peligroso. Hablamos siempre en condiciones ideales, pues son sus fibras desprendidas, de un tamaño de dos micras a un milímetro, lo que constituye un peligro. Por supuesto la exposición urbana en condiciones normales es mínima.

No hay que buscar mucho para encontrar amianto en nuestro entorno. En la zaragozana Avda san José, junto a la Harinera, equipamiento cultural municipal, hay una nave entera con cubierta de uralita en un estado lamentable. Precisamente de estas que se va resquebrajando y lanza sus fibras tóxicas al aire. Pero en un paseo atento cualquiera puede encontrar tejados de uralita o bajantes de fibrocemento. En pleno centro zaragozano hay locales que tenían partes de nave cubiertas de uralita o chimeneas en desuso.

El problema parece más grave cuando son las propias conducciones de agua potable de la ciudad las que contienen amianto. Persisten aún al menos 200 km según hemos denunciado desde  la sección sindical de CGT en el consistorio zaragozano. Qué decir cuando los edificios municipales son los que tienen cubierta de uralita, como es el caso del techo del edificio de la piscina municipal de Movera. Un edificio inaugurado en 1983, que ha sufrido varias reformas en sus 36 años de vida pero del que queda pendiente una reforma a fondo. O cuando son los centros educativos construidos en los 70 y 80 los que tienen fibrocemento en sus edificios. Recientemente se ha reformado el colegio de Peñaflor por este motivo.

 Para la CGT del ayuntamiento hay una preocupación por encima de las demás, es la de las y los trabajadores afectados por la exposición al mineral.

Según la OMS cada año mueren 100.000 personas por diferentes dolencias provocadas por el amianto. Según denuncian desde la nueva asociación, A4, las empresas remolonean con el asunto.

Los procesos suelen ser largos y las sentencias se cumplen a regañadientes.

En el Ayuntamiento de Zaragoza, donde al menos 200 personas que trabajaban con las conducciones de agua permanecieron expuestas manipulando dentro de zanjas tan peligroso producto. Se ignora el número real de afectados  y si padecen dolencias por ello.

El camino hasta la desaparición del amianto se antoja largo y complicado. Pero desde iniciativas como A4 están en ello. Quedan los pasos más importantes, los que tienen que dar las instituciones de forma decidida. No menos importante es el paso de la información. Desde la sección sindical de CGT, también nos esforzaremos en esa labor.