Una de las cosas que tiene en común el sindicalismo y las matemáticas es eso del máximo común divisor. El máximo común divisor, es aquel número más grande que podía dividir a una serie de números dada. En sindicalismo y en los trabajos, como digo, también existe el máximo común divisor. El máximo común divisor es aquello a lo que está dispuesto a hacer el que menos combativo es, el que “menos se atreve”. La unidad sindical se dará siempre que lo que se pretende emprender coincida con lo que el que menos se implica considere como máximo. Cada vez que se plantea en cualquier empresa o trabajo unas acciones comunes a ejecutar por las plantillas afectadas, aparece el máximo común divisor. Una vez puesta en común la problemática a resolver, aparece la tormenta de ideas de acciones a emprender. Entonces surgen todo tipo de ideas que van desde acciones que pudieran resultar ilegales a otras de escasa efectividad, pasando por el silencio. El tan temido y nocivo silencio.

El silencio surge cuando todas las opciones planteadas son inasumibles por una parte de quien asiste a la reunión. Y eso que está en las cabezas de quien permanece en silencio es el máximo común divisor. Sólo hablando se sabe cual es ese máximo común divisor. Muchas veces, el máximo común divisor es tan mínimo que lleva cualquier capacidad de presión al fracaso más absoluto. Es por ello, que muchas veces no hay unión entre el personal de cualquier entidad laboral con respecto a cualquier reclamación. Es por ello, que cuando se “negocia” cualquier cosa, las concesiones de la empresa se ofrecen con cuentagotas. La empresa está buscando cuál es ese máximo común divisor.

Lo mismo que ocurre en cada centro de trabajo, ocurre con los sindicatos. Quien está en ellos y actúa como representante, también lo es de una entidad que tiene un planteamiento sindical con un máximo común divisor. Es por ello que es tan difícil obtener una unidad sindical. Porque al fin y al cabo, no dejan los sindicatos de ser agrupaciones de trabajadores y trabajadoras con fines comunes. En CGT, no decimos ser la panacea sindical del mundo, pero sí que por lo menos tenemos un concepto del mínimo algo más elevado que otras opciones sindicales. Es por ello, que ya no acudimos a las “negociaciones” sobre la RPT. Es por ello, que cada vez cuesta más estar sentados en una mesa cuando el máximo de otras opciones, CGT percibe que lesiona lo que entendemos es mínimo para preservar la dignidad que un colectivo representativo de la plantilla debe de tener. Cuando el concepto de lo que el máximo común para determinadas opciones sindicales, no llega al mínimo imprescindible para CGT, es cuando abandonamos esa unidad. Es dura la soledad, pero a veces es el camino más digno y correcto que encontramos para nosotros y nosotras. Cuando desde un centro de trabajo, el que sea, se solicita unidad sindical, hemos de ser conscientes de que es lo que se solicita mirando la situación ante decisiones comunes en nuestro propio centro de trabajo. Quizá de este modo, cuando la unidad sindical no se produce en determinadas cuestiones, además de criticar la falta de unidad, quizá sea conveniente preguntarse porqué se ha producido.

Esa disyuntiva de caminos CGT la ha visto en el tema de la RPT. La RPT es el documento que contempla la cantidad de puestos, categorÍas y retribuciones de cada servicio determinado. La RPT es la huevera y la plantilla es el huevo. Si la huevera se hace más pequeña, no podrán almacenarse tantos huevos. Asistimos a la creación de “huevos más gordos”, es decir a aumento de retribuciones de algunos, y a quitar agujeros para los “huevos pequeños”, es decir menos cantidad de personal de las escalas más bajas. Más capitanes o más gordos y menos remeros que los transporten.

No es de recibo acudir a un reparto de premios sin capacidad para opinar o modificar la entrega y además asistir a la liquidación de puestos de trabajo de forma simultánea sin capacidad real de negociación. Esta disyuntiva de caminos, lejos de desaparecer, nos tememos que podrá darse en el futuro de nuevo con otras negociaciones y reuniones… Y el futuro, está a la vuelta de la esquina.