El choque de dos placas tectónicas de las que forman la capa externa de La Tierra, en concreto la Euroasiática y la Africana, es lo que ha provocado la fricción que desencadenó un seísmo de grandes dimensiones en el Atlas marroquí. Esto, añadido a unas pobres y frágiles edificaciones en una zona poblada y con deficitarias tecnologías de predicción y comunicación, así como unos nulos o testimoniales Servicios de atención en emergencias, hacen del desenlace una gran catástrofe humanitaria.

Dicen los medios “desinformativos” que la Unidad Militar de Emergencias ha enviado entre 40 y 50 efectivos, así como multitud de medios materiales. Desde nuestro Ayuntamiento, parte de la recién estrenada Corporación Municipal con la alcaldesa a la cabeza y previa fotografía distribuida por todos los medios, despedían este domingo en Zaragoza a ocho efectivos del Servicio de Bomberos del Ayuntamiento con sus dos perros adiestrados en la búsqueda de personas. El dispositivo lo componían: un Jefe de Mando, dos Jefes de Intervención, un oficial especialista en rescate vertical, un oficial Guía canino con su perro y un bombero guía canino también con su perro. Así como dos médicos del Servicio Sanitario del Cuerpo.

Al parecer, como reconoce algún medio, deberán desplazarse a la zona afectada conduciendo sus vehículos desde Zaragoza y costearse ellos mismos parte de los gastos ocasionados por el desplazamiento y manutención, al igual que ocurrió tras el terremoto de Turquía a primeros de año. Esperemos que tan elegantes como posan nuestras autoridades en la foto de despedida, sean también elegantes para resarcirles dichos gastos a los compañeros que voluntariamente participan en esta expedición humanitaria.

Dicho esto, y haciendo nuestro el dolor de víctimas y familiares, nos llama especialmente la atención cómo se vuelca la Comunidad Internacional en mitigar los daños ocasionados por estas catástrofes naturales y sin embargo no sea capaz de poner freno o dejar de generar con sus decisiones otro tipo de catástrofes no naturales y más previsibles, pero con similares o peores consecuencias para la clase trabajadora que las sufre. Recordemos el sufrimiento generado por las decisiones en un marco político/mercantil sobre la guerra de Ucrania, las masacres en Siria y la crisis migratoria desencadenada hacia Europa. Recordemos el expolio sistemático del Continente Africano, de sus minerales y también de vidas humanas. Tampoco podemos olvidar a las personas inmigrantes que pierden la vida en la valla de Melilla, abandonados a su suerte por el Gobierno Marroquí y Español, ni a las miles de personas desaparecidas en el mediterráneo o intentando llegar a las costas Canarias en busca de una vida mejor en una Europa deshumanizada que se pone de lado.  Recordamos especialmente al pueblo Saharaui, olvidado hace años por quienes ahora se fotografían. A ellos, a los pueblos Saharauis parece que les ha afectado mucho menos el terremoto, pues sus campamentos están más alejados del epicentro sísmico, pero es que además no tenían siquiera una casa que les pudiera caer encima. Vaya suerte más triste!!!

No, no proponemos víctimas de 1ª y de 2ª, pero tampoco queremos ser tan hipócritas de pensar que con acudir a ayudar a ciertas catástrofes naturales y ni mucho menos fotografiándonos con los que ayudan, vaya a ser suficiente para calmar nuestra conciencia y convencer a nadie de que no somos una sociedad enferma y deshumanizada.

Todo nuestro reconocimiento y apoyo a los compañeros que dejando sus responsabilidades familiares y bienestar laboral, dan un paso al frente para intentar mitigar el sufrimiento de seres humanos en zonas desfavorecidas.