Ser delegado o delegada de prevención en el Ayuntamiento de Zaragoza es una tarea no apta para personas que se desanimen fácilmente.

Los incumplimientos en materia de Prevención de Riesgos Laborales, respecto a la adopción de las medidas preventivas son la constante en los diferentes Servicios Municipales. Cuando un responsable no cumple la obligación de aplicar las medidas preventivas, que se emanan de las evaluaciones de riesgos, es una situación similar a la que se daría en el caso de que alguien del personal de museos decidiese un día quedarse en la cama y no abrir su sala. En el supuesto de que esto último ocurriese, sabemos todo el mundo el desenlace, expediente disciplinario y sanción. También sabemos que ocurre a la persona responsable que no adopta las medidas preventivas… NADA. (y eso si no le pegan una subida de sueldo…)

En estos escenarios, y cuando la situación nos parece (a los delegados y delegadas de prevención), sólo nos queda ponerlo en conocimiento del máximo órgano decisorio en materia de Prevención de Riesgos Laborales en la empresa, el Comité de Seguridad y Salud Laboral. Este comité se reúne, según su reglamento en sesión ordinaria cada dos meses y de forma extraordinaria por solicitud de más de tres miembros en un plazo de tres día hábiles. El presidente del Comité es el concejal que tiene las competencias de personal. Y como es quien tiene esas competencias, es quien se dedica a ignorarlas.

La solicitud de la convocatoria se hace al Jefe del Servicio de Prevención. Todavía esperamos su contestación ya que no ha mostrado ni el decoro de contestar. Pero si esto nos parece grave, es que trasladado correo electrónico al señor Cubero, también ha optado por ignorarnos. Es así, que hemos cursado denuncia a Inspección de trabajo que ha contado con la unidad sindical. No hay aglutinante para la unidad sindical salvo la incompetencia de un responsable. Y lo ha conseguido.

Ahora el escenario es otro. Trabajaremos en que del mismo modo que contra los empresarios que ignoran la prevención de riesgos laborales existe la multa, se explore la denuncia ante la fiscalía para que depure responsabilidades y la acción sindical para visibilizar el abandono.

El ayuntamiento es una empresa en la que una serie de personas abren las puertas de los centros, los despachos o las ventanillas atendiendo de forma personal al ciudadano cada día pase lo que pase. Si no se cumplen las condiciones mínimas, estas personas, aún a pesar de que sus responsables no se impliquen en corregir las deficiencias y nadie por encima de ellos se haga cargo del desempeño, el “telón” sube igual.

Es así que vemos como de forma deliberada se descargan responsabilidades hacia abajo, se sufre falta de personal y no se ajusta el trabajo a esa falta, no hay nadie responsable en trabajos donde concurren diferentes operaciones y no se nombra a nadie que haga de recurso preventivo de la forma correcta, no se respetan los descansos sobrecargando agendas, el trabajo no tiene un mínimo de organización de modo que su desempeño es fuente de riesgos psicosociales, carece de vestuarios o estos son indignos, carecen de duchas, y de cuartos de descanso…

Esto no se ha deteriorado en los últimos años de un mayor modo, sino que es un deterioro que sobrevive a los anteriores gestores. En tres años, en estos aspectos no se ha hecho nada. Y no es que nos extrañe que cuando alguien toca los sillones se preocupe de no abandonarlos al cuarto año y no de cumplir con normativas que pretenden que este país se asemeje a otros más avanzados. Es algo que ni nos extraña quizá.

Sí que en cambio nos indigna la situación, porque quien actúa así pretende hacerse pasar por alguien que hace las cosas de forma diferente, y de quien percibimos en ocasiones poca empatía sobre aquellos que cada día abrimos el ayuntamiento.

 

“Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro” George Orwell, Rebelión en la Granja.